Autor: José Luis Hernández Monje
20 de diciembre de 2015
Informar al turista de la maravillosa riqueza de espacios y combinación de materiales bellos de las casas típicas payesas, su transformación de una época de trabajo en el
campo a su utilización para la comercialización turística vacacional en la isla de Ibiza.
En 1933 se fundó el Fomento del Turismo de Ibiza y Formentera, este novel organismo elaboró folletos en los que las costumbres y la casa típica, junto con los
edificios históricos y la arqueología, tenían un lugar pre- terente!''. En el nefasto 1936 se publicó una nueva guía turística (la Guía Gráfica Costa) en la que la casa campesina aparece
representada en numerosas fotografías y explicaciones en las que ya se distinguen algunos de sus tipos!". Esta magnífica guía, aparte de su valor intrínseco, significó la consolidación de la
casa payesa en un lugar sólido de la oferta que Ibiza daba a sus posibles visitantes; su autor había aprendido del interés que numerosos intelectuales mostraban por la arquitectura popular de la
isla.
La situación política de Europa, hizo que muchas personas buscaran en la isla un refugio temporal, unos quizá alargando sus vacaciones en el Mediterráneo, otros simplemente acudían llamados por
la publicidad y por el boca a boca que cantaba las virtudes climáticas y paisajísticas del Mediterráneo en Ibiza. Es el caso de nombres ilustres como W. Benjamin, J . Selz, W. Spelbrink, H. J .
Noeggerath, A. Baeschlin, J. LI. Sert, A. Camus, R. Hausmann, E. Broner, W. Segal, C. Ofaire y otros" .
Muchos de ellos eran arquitectos de vanguardia; era un momento de búsqueda de nuevas respuestas fuera del clasicismo, nuevas formas: el racionalismo, la Bauhaus y sus herederos, Le Corbusier, el
Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATCPAC), etc.
Sus terrados planos sobre los que se asoleaban diferentes frutos del campo, las pocas aperturas, limitadas a ventanucos en las plantas bajas, aunque amplias en aquellas
pocas casas que tenían piso; eran también contadas las que, ante la contrastadamente grande puerta principal de la casa, de doble hoja de madera, tenían un soportal de arcos o de armadura de
madera; a las más, únicamente se les cambiaba periódicamente un sombrajo de ramas de pino cuyo verde amarilleaba hasta el marrón con el paso de los días estivales.
La puerta daba a una amplia sala (el porxo) en la que el visitante pudo ver apilados en aparente desorden aperos de labranza, sacos, cañas de varear, bancas, cestos, esteras, sillas, muchas más
cosas y una gran mesa para las reuniones… la visita a una casa es recibida en el porxo, espacio público de la casa, transición entre el exterior y los ámbitos privados". A esta sala, como
anotó Víctor Navarro (1901), abrían sus puertas las otras estancias, general- mente la cocina y dos ámbitos que servían de dormitorio y también de almacén. Aquélla era amplia, tanto o más
que la sala (el porxo) antes descrita, y ennegrecida por el humo de los fogones de leña. El frente de la casa se cerraba con una tapia baja en cuyo interior se cuidaban protegidas del ganado
multitud de plantas aromáticas , frutales y un pequeño huerto; fuera los corrales (por lo general para un cerdo, una mula o 4 Aun hoy, en según qué casas, no hay inconveniente en mostrar el
porxo, visible ya desde fuera a través del amplio vano de la puerta, generalmente siempre abierta.
Se introduce un poco más que los anteriores en el tema de la funcionalidad de los ámbitos de la casa: el porxo para las reuniones (y para trabajos a cubierto), la cocina para resguardarse del frío
alrededor de un hogar encendido en el suelo. Un viajero, G. Vuillier (1893), no aportó nada sustantivo a lo ya resumido, pero estos primeros autores (aunque no los hemos mencionado a todos) pusieron
las primeras piedras para que a lo largo de las primeras décadas del siglo XX se hicieran menos extrañas las visitas de forasteros y se empezara a contar con algunos lugares de alojamiento que
evoluciono hasta nuestros días.
Las casas campesinas dejaron de ser un atractivo turístico por su condición de propiedad privada sobre la que las autoridades no ejercieron ninguna acción tendente a
su conservación. La masiva aportación de nuevos materiales y técnicas de construcción para el levantamiento de grandes y pequeños complejos turísticos, así como la nueva valoración de los
jornales, rompió con los sistemas tradicionales de construcción y muchas casas populares cambiaron su aspecto al ser remozadas con esos materiales y técnicas, extraños a su tradición y que daban
como resultado formas y acabados diferentes. Todo ello, a la vez que la base económica pasaba en muy poco tiempo a depender del sector terciario en detrimento directo de la agricultura.
Muchas casas campesinas que gracias a las fuentes documentales se puede asegurar que existían en el siglo XVII muestran claramente haber sido en un momento concreto
de su evolución únicamente un paralelepípedo, es decir, refiriéndonos, para mayor claridad, a su planta: un rectángulo. Un rectángulo con acceso centrado en uno de sus lados largos, la fachada
sur. También hay casos en los que se trata de dos cuerpos formando un ángulo. Faltan todavía en este estadio evolutivo los ámbitos que se consideran clásicos de la casa payesa: el porxo o gran
sala recibidor, la cocina, y las cases de jeure (habitaciones de dormir).
Aquella estancia única era usada con diferentes funciones: cocina en los días que no se podía preparar los alimentos en el exterior, dormitorio, almacén de herramientas y despensa de
alimentos.
Constructivamente estas fases más antiguas se diferencian porque han quedado con frecuencia en la parte posterior de la casa y en la mayoría de los casos su aparejo está realizado con opus
spicatum (en espiga o en raspas de pescado). Este tipo de aparejo apárece invariablemente en obras del siglo XVI y anteriores, por ejemplo están realizadas con él la mayor parte de las torres de
defensa edificadas en el campo ibicenco. Este tipo de aparejo constructivo se relaciona con influencia islámica.
Igualmente, se da en estas fases más antiguas un tipo de cubierta diferente al usual en obras posteriores. Las vigas no se sustentan introduciéndolas en el grueso del muro sino que se dejan
descansar sobre unas viguetas soportadas por ménsulas, éstas sí, afianzadas dentro del muro.
La puerta de entrada suele ser de dos hojas pero más estrecha que las posteriores de los porxos y generalmente giran sobre un quicio que se introduce en un quicial practicado en el umbral de la
puerta y en un orificio en las maderas del dintel. En el interior de la estancia frecuentemente aparece un armarillo empotrado en el muro, a buena altura, puesto frente a la puerta de entrada. Puede
haber pequeños ventanucos, muy altos en los muros de cierre laterales, los más cortos del rectángulo, que debían de servir para aliviar, junto con la puerta, los humos del hogar.
Con seguridad, existía en el exterior de la casa, frente a la fachada principal, un espacio intermedio entre el interior y el campo circundante, probablemente delimitado por una cerca de obra o de
ramas. También alguna estructura para resguardar a los animales de la intemperie.
La evolución siguiente de este tipo de casas tiende a encerrar ése espacio libre y transformarlo en un patio, mediante el adosamiento de estructuras que dan al conjunto la forma de un ángulo
abierto al sur y al levante. Es muy difícil discernir la cronología de estas obras intermedias entre la fase inicial y la más reciente. Progresivamente la tendencia será consolidar el cobertizo
de ramas que un tiempo protegía del sol la puerta de entrada transformándolo en una estructura fija porticada (de ahí vendrá que la palabra porxo (=pórtico) designe después, paradójicamente,
un espacio totalmente cerrado). La documentación escrita del siglo XVII y XVIII muestra por aquel entonces lo que se denominaba porxo era todavía un espacio sin cerrar al frente.
El porxo lo entiendo como lo que en otros tipos de casas populares es el patio central, heredado de la casa clásica y traducido en cada caso a concepciones y materiales de cada zona. Creo esto es
claro sólo con cotejar las plantas de casas de Ibiza y las de Canarias".
Con esta descripción de ideas personales y recogida de artículos y lecturas espero haberos ilustrado sobre la maravillosa casa de campo típica de esta isla tan bella.